Si has convivido con varios perri-hijos a lo largo de tu vida, sabrás que ellos al igual que nosotros tienen formas de comunicarse. La comunicación canina se trata tanto de sus posturas corporales como de su comunicación verbal.

Gruñir, ladrar y morder pueden suceder tanto como en momentos de juego como en episodios de agresividad. Por eso, al asumir la responsabilidad de tener una mascota en casa, también implica educarlo y socializarlo para minimizar la posibilidad de una mascota agresiva. Es un desafío, puesto que la agresividad en perros se puede deber a varias razones y si no se trabaja incluso puede empeorar con el tiempo y ser peligroso para otros animales y personas.

Factores que contribuyen a la agresividad en un perro

Un estudio realizado por investigadores de la Universidad de Helsinki señaló que entre los factores principales relacionados con la agresividad en perros destacan:

• Temor
• Edad
• Raza
• Presencia de otros perros
• Experiencia y conocimiento previo del dueño/a con perros

Más allá de ver a la agresividad en perros como un hecho puntual y aislado, es importante comprender en cada mascota en qué circunstancias ocurre el comportamiento agresivo y cuál es el detonante que libera esa agresividad en el perro.

Hay muchas cosas que a veces ignoramos en nuestros perros y que debemos considerar: la agresividad puede ser una respuesta a un dolor crónico que está sufriendo nuestro perro y nosotros no nos hemos percatado; o si tenemos un perrito rescatado de una situación de maltrato de la calle quizás haya vivido experiencias traumáticas que hacen hecho de la agresividad un mecanismo de defensa; o si lamentablemente es un perro que pasa encerrado en un espacio pequeño o amarrado a una cadena en el patio y tiene muy poca interacción con humanos y una oportunidad nula de socialización con otros animales.

Agresividad en perros como respuesta al miedo

De acuerdo a los investigadores, quienes hicieron un estudio sobre las relaciones entre el comportamiento agresivo utilizando un grupo de más de 9000 perros, determinaron que los perros con miedo tenían una fuerte relación con el comportamiento agresivo ya que recurrieron a algún tipo de respuesta agresiva en determinadas situaciones. También encontró que los perros mayores tenían mayor probabilidad de tener una reacción agresiva en comparación con los perros más jóvenes, esto puede ser debido a un dolor crónico no detectado o al deterioro de sus sentidos por la edad.

Sobre esta investigación hay algo muy importante que destacar y es que las experiencias tempranas de la vida de un perro, y las exposiciones tanto buenas como malas durante los primeros meses de vida, son determinantes y tienen una gran relación sobre el comportamiento del perro en un futuro.

Los perros pequeños, machos, únicos y los primeros también son los más agresivos

Los investigadores también descubrieron que los perros pequeños tienen más probabilidades de mostrar agresividad que las razas medianas y grandes. Sin embargo, debido a su tamaño, su agresividad se considera una amenaza menor y, por lo tanto, casi todas las personas la ignoran.

Otro hallazgo también se alinea con hallazgos anteriores, los perros machos son más agresivos que las hembras y la esterilización no tiene ningún efecto en el comportamiento agresivo.

Otros factores de riesgo de agresión son el síndrome del primer perro (perros de padres primerizos) y los perros que viven en hogares sin otros animales. Si es tu caso y tienes un perro en casa pero deseas adoptar otro perro u animal, es importante que te prepares y prepares a tu mascota para que exista una socialización adecuada y no lo vea como una amenaza a su espacio, comida y a tu cariño. Antes de llevar un nuevo miembro al hogar, tómate el tiempo de ir trabajando la socialización y de preparar a tu perro para la nueva llegada.

Comportamiento agresivo relacionado con la raza

Los investigadores también observaron diferencias en el comportamiento agresivo entre razas, lo que podría indicar que la genética desempeña un papel muy importante. 

Razas como el schnauzer miniatura, poodle, chihuahua y el collie destacaron en la investigación como algunas de las razas con mayor respuesta de agresividad a personas desconocidas; mientras que el Labrador y Golden Retriever estaban en el otro extremo.

Las personas que consideran tener un perro deben estar familiarizados con los antecedentes y necesidades particulares de cada raza; no por ser un perro de raza pequeña significa que no será agresivo o que no requiere de tanta actividad física o que puede vivir sin problema en un apartamento. Hay que investigar y estar lo más informado posible antes de cualquier decisión. En el caso de los perros criollos es un poco más complejo porque, al ser una mezcla de muchas razas, no podemos saber a ciencia cierta qué tipo de carácter tiene.

Algo muy importante que también debemos saber es que tanto el miedo como el comportamiento agresivo se puede heredar de madre a cachorro.

Esta hormona también podría ser un factor de riesgo de agresividad

Los estudios anteriores de agresividad en perros y otros animales evaluaron el papel de la testosterona y la serotonina. Pero nuevos estudios han optado por evaluar la oxitocina y la vasopresina porque a menudo se les considera las hormonas "yin y yang" y podrían desempeñar un papel muy importante en el comportamiento social de un perro.

La oxitocina, apodada la "hormona del amor", incrementa en los seres humanos cuando son físicamente afectuosos con un ser querido. La vasopresina, aunque está relacionada con la oxitocina, se vincula con la agresión en los seres humanos. De hecho, los estudios demuestran altos niveles de vasopresina en personas con problemas de agresividad grave.

Un estudio demuestra una relación entre la vasopresina y la agresión

Para su estudio, los investigadores reclutaron perros de familia agresivos con correa de ambos sexos y de diferentes edades y razas. Emparejaron a cada uno de esos perros con un perro no agresivo del mismo sexo, edad y raza (el grupo de control).

Cada dueño sujetó su perro del estudio con una correa mientras que una persona al otro lado de la habitación y detrás de una cortina reproducía una grabación de un perro ladrando. Luego se corrió la cortina y apareció un modelo de perro de tamaño natural con un humano. El mismo escenario se repitió con ruidos cotidianos junto con tres objetos comunes: una caja de cartón, una bolsa de basura y una pelota de yoga.

Las respuestas de los perros y los niveles hormonales se analizaron tanto antes como después de cada presentación. Ninguno de los perros demostró agresividad hacia la caja, bolsa ni pelota. Sin embargo, muchos de los perros agresivos con correa tuvieron respuestas agresivas (gruñidos, ladridos y arremetidas) al modelo de perro de tamaño natural, y esos mismos perros tenían niveles más altos de vasopresina en sus sistemas.

Los niveles de oxitocina se mantuvieron casi iguales en los dos grupos de perros, por lo que los investigadores compararon sus niveles con los niveles de oxitocina en un grupo de perros de asistencia que fueron criados para tener temperamentos no agresivos. Los perros de asistencia tenían niveles más altos de oxitocina que los perros del estudio y también proporciones más altas de oxitocina a vasopresina.

Los resultados de este estudio sugieren una relación entre la vasopresina y la agresión; además, dichos resultados sugieren que la oxitocina desempeña un papel para impedir la agresividad en los perros.

Las experiencias de la vida podrían desempeñar un papel en los niveles elevados de vasopresina

Se cree que las experiencias de vida podrían influir en el incremento del nivel de vasopresina de un perro. Para muchos perros que tienen problemas de agresividad, los dueños reportan que la aparición de los síntomas agresivos ocurrió después de algún tipo de experiencia traumática. A menudo, el perro fue atacado por otro perro y se encuentra en un estado hipervigilante después de ese evento, casi como una reacción postraumática.

Construye buenas relaciones con tu perro

La buena noticia es que es posible influir en el comportamiento de tu perro al interactuar de forma constante con él de una manera amistosa y no amenazante, construir la relación sobre una base de confianza y comprometerte a hacer de esa relación lo más importante a preservar.