Si hay algo de lo que no podemos dudar es del amor incondicional que las mascotas tienen por sus dueños. Históricamente siempre se ha dicho que los perros son más cariñosos y leales, pero cada día queda más demostrado que otras especies como los gatos, hamsters, hurones, caballos, vacas y muchos más, son sumamente afectivos y amorosos con quienes cuidan de ellos.
Hoy nos gustaría conversar sobre un tema muy especial: la maravillosa relación que puede llegar a tener un gato con un niño con autismo. No te pierdas este lindo e interesante blog.
La Relación Entre los Niños y las Mascotas
Hay que hacer un poco de justicia al amor que los gatos nos pueden brindar. Siempre se ha dicho que son independientes y poco afectivos. La verdad es que algunos podrán ser más o menos cariñosos, pero aplica igual para otras mascotas también.
Los gatos son animales super inteligentes, cuidadosos y afectivos, cada uno en su forma y su medida, pero no podemos negar que son excelentes compañeros. De hecho, cada día se vuelven más populares en los hogares panameños, y en aquellos con niños pequeños o adolescentes, son aún más ideales.
Los niños ven a sus mascotas como figuras de apoyo social y emocional y los consideran como miembros importantes de su familia.
Entonces, ¿qué pasa cuando un gati-hijo se vuelve compañero de un niño con autismo?
El trastorno del espectro autista (TEA) se refiere a un grupo de diferentes afecciones relacionadas con el desarrollo del cerebro y se estima que 1 de cada 100 niños tiene autismo. De acuerdo con estudios, el hecho de que un niño con trastorno del espectro autista viva con una mascota, en este caso, con un gato, le permite trabajar positivamente en su relación social, en el manejo del estrés, comportamiento y aprendizaje sobre el cuidado responsable de una mascota.
Incluir un gato en la familia - o cualquier otra mascota - no debe ser una decisión al azar. Es necesario evaluar la disponibilidad de tiempo, espacio, condiciones económicas y buscar un gati-hijo con un temperamento social muy tranquilo. Lo menos que queremos es abandonos por choque de temperamentos.
Tomarse el tiempo de conocer y evaluar a los gatitos candidatos que podrían ser parte de la familia, no es una tarea que se deba tomar a la ligera. Es importante evaluar, su temperamento, historial (de ser posible), cuadro clínico y más antes de decidir llevarlo o no a casa con el fin de buscar el mejor perfil posible que encaje en una familia con niños con autismo.
Debido a que los niños con TEA tienden a ser sensibles a los sonidos o movimientos fuertes, los gatos son más adecuados que los perros ya que, de elegir el adecuado, no representará una sobrecarga sensorial para el niño.
Los Gatos Mejoran las Habilidades Sociales y de Comportamiento
A pesar de que no existen estudios super dedicados a este tema, si hay ciertos ensayos que indican que aquellas familias con un niño con TEA tuvieron mejoras significativas en las habilidades sociales y del comportamiento. Además, notaron que sus hijos pudieron manejar de mejor manera la ansiedad por separación y el desarrollo de un vínculo sano y positivo entre el niño y su gati-hijo.
Algunos estudios menores indican que después de 18 semanas, los padres pudieron notar que sus hijos con TEA tenían un menor comportamiento hiperactivo, ansioso y una mayor atención a su alrededor. Además notaron un comportamiento más empático.
Definitivamente, sumar una mascota en una familia es una excelente idea. Si las condiciones del hogar son adecuados, tener un gati-hijo en casa es un win-win: por un lado, los niños con autismo podrán tener mayores posibilidades de un desarrollo positivo y de crear vínculos afectivos con su mascota y por el otro lado, le brindas la oportunidad a un gatito de ser parte de un hogar para siempre.
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